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Hoja verso, 2021

Proyecto realizado en colaboración con The Dyer´s House para el V Premio Cervezas Alhambra, ARCO-Madrid

30 telas de algodón orgánico teñidas con tintes naturales, plancha de madera de haya

210 x 145 cm 

Atlas vegetal

 

Pantone surgió como empresa en New Jersey en 1962 para sistematizar los tonos de color en la industria cosmética, las artes gráficas y la decoración de interiores. Su Pantone Matching System es un repertorio de nominación y distribución de tonos que excluye cualquier ambigüedad: cada tono de color es identificado sistemáticamente por un código alfanumérico que lo registra con exactitud y también sitúa los tonos adyacentes en una cadena lógica. Reivindicando su invención, Pantone defiende la propiedad intelectual de su hallazgo, de manera que su sistema no puede ser usado libremente.

            Hoja verso, el proyecto desarrollado entre 2020 y 2021por Belén Rodríguez para el V Premio Cervezas Alhambra, se orienta exactamente en el sentido contrario: empleando pigmentos naturales, inclasificables en una cadena lógica, tiende a recrear la poesía inefable del color, su carácter único e irrepetible, la imposibilidad de su transmisión exacta. Es cierto: Pantone pertenece al ámbito cultural del capitalismo industrial y su necesidad imperiosa de estandarización para la producción en serie; el arte del color de Belén Rodríguez, al contrario, pertenece al de la conciencia de la naturaleza y al regreso a una artesanía del color capaz de suscitar la emoción de su imprecisión, su apertura al mundo y a los procesos de entropía e incertidumbre con los que se expresa el espacio natural. Además, frente a la globalidad indiferenciada de Pantone, Hoja verso es sensible a la localización del color y la atención a los recursos cromáticos de un espacio concreto.

La pieza de Belén Rodríguez está basada en la tintura de una serie de telas de algodón con pigmentos naturales provenientes del granado (Punica granatum), de su fruto, la granada, pero también de los obtenidos de la de las semillas, cáscara o raíces. Con este repertorio cromático, Belén Rodríguez ha formado un libro de tela —recto y verso en cada hoja— que es una enciclopedia vegetal, un libro de paisajes monocromos y también una guía cromática de paseos por el entorno de la ciudad de Granada. Los pigmentos obtenidos del fruto del granado se complementan con otros —hiedra, higuera, encina, azafrán—vegetales que aparecen descritos en Esplendor del jardín y recreo de las mentes de Al-Tignari, agrónomo, botánico, médico y poeta granadino del siglo XI. Con ello incluyen no solo la espacialidad del color en el entorno de Granada, sino también su historia, el recuerdo de colores desvaídos por el tiempo. Cada hoja de este libro es un lugar concreto, un suelo, una luz, un microclima, una geografía humana y vegetal. También un contexto cultural. Cada hoja es una estampa concreta que no muestra un lugar determinado, sino más bien el espíritu o el destilado de todo un paisaje, un perfume sinestésico, su esencia. Cada hoja contiene la máxima concreción cromática y la máxima abstracción formal, el profundo misterio del color y también su esplendor superficial.

            Recogiendo los frutos del entorno, como una paisajista sur le motiv, Belén Rodríguez actúa más como recolectora local que como agente de un proceso de representación: una vez obtenido el tono de color, ya no necesita recrear la forma de los árboles o las nubes, de la hierba o las rocas. Son los colores de la naturaleza que todo lo abarcan. Cada hoja de su libro es el paisaje pintándose a sí mismo. Así que, a pesar de su carácter retiniano, de recopilación de la variedad y la magia de los tonos naturales, la operación Hoja verso tiene también algo de ready made. Marcel Duchamp declaró provocativamente que si los impresionistas empleaban en su trabajo tubos de color manufacturados industrialmente, sus cuadros tenían también cierta componente de ready made. Lo cierto es que, trabajando de esta manera, Belén Rodríguez excluye la paleta de pintora, la mezcla de colores hasta obtener el tono de su sensación ante un elemento del paisaje, y deja entrar en su obra al propio paisaje mostrándose a sí mismo, también con elementos no formales, como la brisa o la humedad. Porque estos cuadros, esas hojas sin numerar de su libro, no muestran la pintura como capas superpuestas sobre el lienzo, sino un proceso molecular de teñido que ha penetrado en el interior de la tela, con la que forma un cuerpo único, hojas de tela que muestran simultáneamente el recto y el verso de cada una y nos permite leer la superficie del paisaje, el haz, pero también el envés, su correspondiente parte de sombra, de profundidad subterránea.

Francisco Javier San Martín

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